Las Herrerías

por Guerrero

Texto: Mariana Collado.

Siempre me identifiqué con el refrán, “Una imagen vale más que mil palabras”. Siempre me gusto imaginar que había detrás de cada fotografía. Situaciones que marcan tu vida y perduran en la imagen retratada, recuerdos borrados por el paso de los años, personas que ya no están, paisajes que no conoces pero que identificas como tuyos, caminándolos y habitándolos una y otra vez.
Falsas sonrisas, noticias inesperadas, felicidad instantánea, sacramentos obsoletos, celebraciones intensas, momentos incómodos, pasado desconocido que habla de familia y miseria, guerra e ideales, amores y pasiones que descubres fotografía a fotografía. Dejaba pasar las horas, mirándolas, deteniéndome en cada detalle, trasladándome a ese instante justo, entendiendo lo inquebrantable de la imagen. Vínculos que desatas y abres para ahora, saber quién eres. Siempre me intrigó el arte de la fotografía. Misterioso mundo el de la luz y sorprendente ritual el que nos muestra “el revelado”.
Apasionada por el encuentro con nosotros mismos, cuando nos enfrentamos a nuestra propia imagen. Sutil manera de bajar los egos o que estallen en una explosión de momentánea euforia.
Y la profundidad del objetivo, interesante enfoque, que te atraviesa y va directo a tus órganos. Siempre me gusto la cámara, y sobre todo su visión del presente, que perdura en el futuro, y hace posible el pasado. Siempre me gusto el arte en cualquiera de sus formas. Esa capacidad que tiene el ser humano de recrear, cualquier aspecto de la realidad, por medio de su creatividad poniéndose al servicio de la finalidad de la obra. Siempre me gusto Guerrero, como me observa, pensativo, paciente, esperando el momento exacto, disfrutando de la belleza que nadie ve, volando hacia otros lugares donde no existe la gravedad y puedes mirarlo todo desde arriba.
Siempre me gusto como dirigía su objetivo hacia mi, sin importarle el porqué ni el donde.
Siempre me gusto GUERRERO.

Las Herrerías

por Collado