Mariana Collado | Bailarina Almeriense

Quieres conocerme, pero ni siquiera coloreas sin salirte.

Manchas los papeles con saliva, cuando intentas escribir te amo.

Mientes al reírte y pretendes cogerme de la mano.

Escondes tus juguetes, para que nadie te los quite.
Y nadas sin manguitos.

Colocas las suertes en fila, y las acaricias lentamente notando como tambalean en
tus yemas.

Me aprietas fuerte para que sienta el peligro de tus actos, adentrándome en el
misterio de la sombra.

Y piensas que nadie te ve, que las flores dejan caer sus pétalos uno a uno para saber
si alguien te quiere o no te quiere.

Entonces…

Piensas que nadie te ve, y en silencio gesticulas los secretos que guardan los arboles.

Entonces…

Piensas que nadie te ve, jugando a esconderte mientras los demás te sonríen.
Y piensas que nadie te ve.

Entonces…

Bailas.

 

Bailas a los cuervos que guardan monedas de oro bajo sus alas. Alas de carbón que
no paran de volar hasta llenar su ponedero con tesoros mágicos de las hadas sin
polvo.

Bailas con las mariposas blancas que salen de los trajes de chaqueta de los hombres
sin rostro que entierran con cemento los cuerpos vacíos.

Bailas en la alfombra roja de las damas descalzas que lloran mientras esparcen la sal
de sus manos y las lágrimas de sus difuntos, almas conocedoras de danzas rituales.

Bailas solo, sintiendo el acero como dibuja tus pasos medidos, concretos, exactos. Y
tarareando las notas de tu canción preferida te desprendes de los gritos que ahogan
tu pecho.

Bailas, despreocupada con tus zapatos de cristal dejando que las horas pasen y la
calabaza se pudra en el suelo que pisas mientras bailas.
Y vuelves a la tierra.

Entonces, descansas.